A quienes hablan mejorando el silencio.

El rencor sólo es una forma más de mostrar nuestras carencias.

6.1.10

D. Antes

Parece que no termina uno de aprender lo que sabía.

Pocas veces he necesitado una idea a la hora de escribir, la mayor parte de las veces he necesitado un sentimiento, un sentimiento sencillo y estable. Sencillo como para poder articularlo en palabras, estable como para que su validez comparta la permanencia de lo escrito.

Durante medio año he tenido sentimientos complejos y discontinuos. Durante otro medio he tratado de sentir algo sencillo y estable: el silencio.

Medio año sin hablar y otro medio en silencio.

El silencio no se me presenta hoy como la ausencia de sonido, no es un nivel acústico de 0dB. No es el mutismo ni la mudez. No guarda silencio quien no dice nada. Pensar así sería sobrevalorar una incapacidad, abaratar un don.

Mi silencio es hoy una queja indultada, un acompañamiento en la espera, una mirada comprensiva, una mano de apoyo en el instante preciso, una lágrima con media sonrisa. Ya sabía que el silencio formaba parte de la música y que nunca formó parte del ruido. Ya lo sabía, pero hoy lo he sentido.

Durante la vida nos acompañan muchas personas. Algunas, con su ruido efervescente, reclaman nuestra atención cuando supuestamente acudían en nuestra ayuda. Otras, con su silencio musical, apenas nos damos cuenta que estaban cuando están faltando. Es tan difícil prestar atención a las tremebundas llamadas de los primeros como sacudirse el silencio ensordecedor de los segundos. O no sé hacerlo. O, sencillamente, ni puedo ni quiero.

Por eso mis palabras van dedicadas a tantas personas que velan por todos nosotros a cambio de nada, dando lo mejor de ellos mismos con tanta literalidad como desinterés.

Mi más humilde respeto. Mi más sincero agradecimiento. Hoy vuelvo a articular algo más que palabras.

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