A quienes hablan mejorando el silencio.

El rencor sólo es una forma más de mostrar nuestras carencias.

1.6.08

Hijos de la violencia.

Sería demagógico por mi parte negar que la violencia ha sido a lo largo de la historia uno de los mayores motores que ha generado cambio y evolución. No sería consecuente si obviara la cantidad de pueblos que han invadido -o intentado invadir- nuestra codiciada península. Si hoy estamos aquí, será seguramente porque algún ascendiente nuestro respondió a la violencia con violencia logrando sobrevivir él y toda su estirpe, quizá la nuestra.

Antes el hombre conservaba muchos de los instintos animales y agredía todo aquello que le resultara extraño. El sentido de la territorialidad y del dominio suponían estabilidad y permanencia en el tiempo. El elemento desconocido se identificaba como invasor, generaba sensación de amenaza y ésta, a su vez, de peligro. La respuesta era visceral, un acto reflejo guiado por el instinto de supervivencia. Formaba parte de la ley natural, a la que llamamos así para justificar su carácter no-racional.

El hombre debía aprender, y lo fue haciendo. En etapas posteriores la violencia pasó de ser una opción natural a ser una opción cuestionable. Podían usarse otras formas que, conduciendo al mismo fin, generara menos pérdidas. Quizás ese fuese el principio de la Filosofía.

El hombre debía crecer, y lo fue haciendo. Así la violencia pasó de ser una opción cuestionable a ser una opción crítica, última. Debían usarse otras formas que condujeran al mismo fin. Quizás ese fuese el principio del Humanismo.

Hoy el hombre ha madurado. La violencia ha dejado de ser una opción crítica para convertirse en una opción inaceptable. Debe agotarse cualquier otra opción que no sea agresiva. Ese ha sido el principio de la espiritualidad interior.

Quizá la violencia deba convertirse en la no-opción. Ya existen todas las vías alternativas y son inagotables. Claro que el hombre debería volver a nacer. Y ese será el verdadero Principio de Vida.

Pero ni todo es tan sencillo, ni tan ordenado. Mientras seguimos mirando al horizonte y ansiando recorrer la senda que nos lleve a un estado mejor, debemos seguir caminando con incapaces que huelen a rancio.

Raro es el día que no encontramos el acoso intimidatorio al emigrante, el maltrato cobarde a la mujer o la "limpieza responsable" de indigentes servido como primer plato en la mesa social del telediario.

Seguramente engendrados desde la violencia, aprendieron a palos y es así como tratan de mostrarse, dejando un auténtico manifiesto del grosero límite de su propia deformidad, la tremenda involución de su pensamiento ulceroso y una gran diarrea acumulada en su descatalogado cerebro de trogloditas.

Que alguien enseñe a leer y a escribir a esos descerebrados. Que aprendan a convivir o que se marchen a un mundo que nunca pueda ser vecino del nuestro. Que aprendan, que crezcan y que maduren, porque no podrán eludir tener que adoptar otras opciones. Que dejen de sentir orgullo y que empiecen a amar, y no podrán menos que vivir avergonzados por toda una vida desperdiciada que no se recupera. Que cambien. Que vuelvan a nacer. Y si no…

Que alguien inmovilice de una vez por todas a estos Polifemos que siguen devorando al género humano.

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