Nunca he sido una persona capaz de memorizar con facilidad. Me ha costado mucho trabajo desde chico.
Aún recuerdo lo mal que lo pasaba en los exámenes de Ciencias Sociales. Mientras estudiaba, lloraba como un desconsolado porque tardaba mucho en memorizar uno de esos temas, no se me quedaba. Recuerdo que cada uno de ellos estaba organizado con una presentación a doble página con grandes dibujos (páginas que no se estudiaban) y el contenido desarrollado en 2, 4 ó 6 páginas según la importancia del tema. Cuando el examen incluía temas de los largos se me descomponía el cuerpo.
Por eso empecé a sentir más simpatía por las ciencias que por las letras. Las ciencias no se estudiaban, o no tanto, sólo había que mirarlas, se entendían de manera inevitable y, claro, resulta mucho más fácil recordar algo cuando no puedes obviarlo por su certeza.
Hoy sigo prefiriendo entender y deducir antes que memorizar y recordar. Esto me ha llevado a pensar alguna vez que no debo tener ejercitada la capacidad de memorización. Sin embargo no son pocas las veces que alguien se ha sorprendido cuando he hecho el esfuerzo por recordar algo. La memoria es así de caprichosa, al menos la mía.
Puedo recordar perfectamente el día en que llegó mi hermano chico a casa –yo tenía sólo 2 años–, o frases que me han llamado la atención, como la que me dijera un monitor de campamento mientras aprendíamos cabuyería: "Un buen nudo no es sólo el que sujeta firme, debe ser también fácil de quitar". No sé porqué hay cosas que se me quedan perfectamente grabadas en la memoria sin hacer esfuerzo y, sin embargo, suelo estar todo el día haciendo uso del teléfono móvil para que me vaya lanzando un memorándum tras otro.
Si me dan una lista de 10 elementos que tengo que comprar sin falta mañana a mediodía, dentro de dos días recordaré la lista de 10 elementos pero se me habrá olvidado hacer la compra.
Alguna vez he escuchado que ese tipo de memoria se llama selectiva y me he preguntado si podría educar la memoria selectiva para llegar a tener buena memoria. Está claro que no podemos decir que alguien tiene buena memoria si no puede decidir lo que va a recordar. Pero, ¿qué es tener buena memoria?
¿Es la buena memoria la capacidad de memorizar mucho contenido en poco tiempo o la capacidad de recordarlo todo de manera permanentemente?
Quizá me obsesioné por el hecho de recordar y fui educando mi mente en su capacidad por amarrar cuanto fuera posible, sin criba, sin criterio, sin darme cuenta que no importa tanto la cantidad de recuerdos como la calidad de estos. Sin embargo, en estas tres últimas semanas, he aprendido que la buena memoria debe ser como un buen nudo, sujetando lo preciso, pero capaz de deshacerse fácilmente del recuerdo llegado el momento.
Sólo sabiendo olvidar lo que nos daña podremos ir guardando la mejor de nuestras memorias.
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4 comentarios:
"Sólo sabiendo olvidar lo que nos daña podremos ir guardando la mejor de nuestras memorias."
Te invito a reconsiderar la última frase con la que rematas tu artículo.
¿Crees realmente que se puede olvidar lo que nos daña?
¿Crees que es posible olvidar de manera voluntaria?...
Yo creo que lo que nos dañó dejó su recuerdo para evitar que pueda volver a lastimarnos de nuevo algo parecido.
Aquí va la paradoja: para evitar el daño de un hecho probable nos queda el daño real de la memoria...
Creo además que tanto más se marca en la memoria cuanto más daño hizo y que resulta inutil tratar de olvidar y es que, mientras que hay memoria voluntaria, el olvido siempre es involuntario. Tratar de olvidar algo nos hace recordarlo...¡otra paradoja!
Con la osadía que la amistad me da, te voy a sugerir otro remate:
Sólo pudiendo recordar lo que nos daña podremos ser capaces de valorar la mejor de nuestras memorias.
Bueno, parece que hablamos desde perspectivas distintas. Sólo eso, y creo que entiendo tu planteamiento. A ver si respondiéndote consigo hacer entender el mío.
Sí, claro que se puede olvidar lo que nos daña o nos ha dañado. Esa acción se llama perdón. El perdón tiene sentido sólo si existe voluntad y olvido. No perdona quien no olvida, ni perdona quien es forzado a hacerlo. El perdón es olvido voluntario. Entiendo que quedan respondidas las dos preguntas.
Si mi hermano me hizo daño de algún modo, no es necesario recordar el daño para evitar que me lastime de nuevo. Hablaré con él para que sepa lo que me duele y le perdonaré para que pueda tener la oportunidad de evitar mi daño.
Afirmar que el olvido es involuntario y que sólo la memoria tiene voluntariedad, es como afirmar que se controla la sombra sin prestar atención a la luz. Espinoso tema.
Quizá la confusión surja cuando afirmas que no se puede tratar de olvidar, porque tratar de olvidar algo nos hace recordarlo autodefiniéndose una paradoja.
Creo que podemos aclarar un poco los términos. Por un lado está nuestra memoria, nuestros recuerdos, y por otro está nuestro olvido. El ejercicio consiste en OLVIDAR. Insisto, el ejercicio ES olvidar. El ejercicio NO ES recordar qué debemos olvidar. Son dos cosas bien diferentes. No existe paradoja. Para olvidar debemos tener un recuerdo, si no tenemos recuerdo ni es necesario ni es posible olvidar.
La paradoja surge si tratamos de olvidar recordando qué es lo que debemos olvidar. Pero es que ese puede no ser el camino.
El hecho de no tener brújula no significa que no exista el Norte.
P.D.- En cualquier caso, creo que lo mejor es que cada uno haga el nudo que mejor le venga. No pretendí ser categórico, tan sólo generar opinión. Gracias por la tuya.
Yo esto de la memoria cada día lo llevo peor. ¿En qué coño blog me'metío?...
Ahora en serio: No todo el mundo olvida/perdona de la misma manera. Mirad los mexicanos/mejicanos. Yo estuve por allí hace poco y muchos no perdonan aún algo que ni si quiera hemos hecho ninguno de nosotros. De hecho, mi tataratatarabuelo ni fue.
¿Olvido? ¿Perdón? Está claro que olvida quien quiere (de amar), y perdona quien quiere. Si falta ese sentimiento, dificilmente se pueda perdonar y olvidar. Por ese orden. Solo desde el amor se llega a ambos.
Pdt. Manda cohones que haga falta un blog pa charlar lo tres.
Sí, estoy de acuerdo, esto de charlar por blog definitivamente no tiene PERDÓN.
Besos a tres bandas.
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